Como mencioné en mi anterior relato, llegar a Gambia fue difícil debido a las repetidas cancelaciones de Vueling, pero los inconvenientes en los traslados no fueron exclusividad del viaje de ida. Lamentablemente el viaje de salida del país también tuvo sus inconvenientes que merecen la pena contar porque creo que le serán de utilidad a más de uno que quiera realizar la aventura.
Vuelo perdido
Por primera vez en mi vida perdí un vuelo, o mejor dicho, me denegaron el embarque a un vuelo y me lo hicieron perder.
Mi último día de estadía en Gambia, lo pasé con los amigos de la ONG Correcaminos Solidarios en su visita a la obra que llevan adelante en la escuela de Fass Chamen, y luego visitamos el hospital regional. Allí nuestros caminos se separaron y volvimos con Mamadou a recoger las cosas a Amdali Camp para salir hacia el aeropuerto.
Luego de las cancelaciones de Vueling, considerando que debían compensarme, asumí el costo y tenía la intención de acortar los tiempos de viaje entre Banjul y Dakar, para lo cual compré un viaje por Brussel Airlines que presta servicio de conexión en su viaje a Bruselas.
El vuelo debía partir a las 19:30 y el boarding comenzaba a las 18:55. La aerolínea me invitó a realizar el check in online, cosa que hice a costo altísimo de roaming de datos, con la intención de ganar tiempo. Llegamos al aeropuerto a las 18hs y nos topamos con la negativa de un personaje de seguridad que no me dejaba pasar a la zona de abordaje porque no tenía el boarding pass físico.
Discusiones van y vienen, el argumento era que el boarding pass digital no era válido, y que debía tener físico, pero el personal que presta servicio a la aerolínea ya había cerrado sus mostradores y se había ido para el sector de abordaje. Insistí, insistimos, en inglés, en wolok, en que nos deje pasar a hablar con ellos, que no tenía equipaje y era simple cuestión de pasar, pero luego de que uno de estos personajes fuera al interior a supuestamente hablar con los empleados y estos se negaran a recibirme, no hubo intento de soborno que funcionase.
En ese momento, me convertí en algo más pálido de lo que ya soy, creo que se me notaba aún más lo extranjero en ese contexto. Me quedé pálido, en mi cabeza comenzó a dar vueltas el cómo demonios me voy a casa, ya ni siquiera llegué a pensar que tenía que visitar Dakar, sino que mi vuelo a Barcleona salía desde Dakar y no sabía cómo iba a hacer para llegar.
El personaje de seguridad, haciendo alarde del dicho africano "ustedes tienen el reloj, pero nosotros el tiempo" me sugirió ir a la oficina de la aerolínea y volver al siguiente vuelo que seguramente me dejarían volar. El gran problema era que el vuelo era dos días después!
Es en este momento donde comienzas a agradecer que la gente que tienes al lado es gente de bien, y si bien no deja de estar trabajando, se esforzó en ayudarme. En ese momento Mamadou quedó a disposición de lo que necesitara, y Abdullay me ofreció donde quedarme y que me acompañarían a la frontera.
Por estas cosas es que estoy sumamente agradecido a ellos y vuelvo a recomendar ampliamente que visiten Gambia de su mano. No se van a arrepentir y a su vez colaboran con una o varias buenas causas.
Periplo nocturno
Ante esta situación, el pobre Mamadou que esperaba regresar a casa con su familia, debió quedarse conmigo, un sentimiento de culpa mutua nos invadió. Él se culpaba por no haber salido antes hacia el aeropuerto, y yo por no permitirle volver a su casa después de tantos días.
Me pidió si me molestaba pasar por la casa a dejar la leña que habíamos cargado días antes, desde luego que no me opuse, estaba resignado a quedarme allí y no me preocupaba para nada, solo tenía una sensación de rabia por la situación de la aerolínea y el destrato. Pero, a quién reclamar? Esto es África amigos, la tierra donde todo es posible.
Dimos vueltas y vueltas por calles y callejuelas hasta llegar a la casa de familia, la noche calló en nuestro arribo, y me presentó al resto de la familia que me quedaba por conocer. Todos sentían pena por mi situación, me invitaron a sentarme en el patio y allí resignado me senté a contemplar las estrellas, con el pesar de querer hablar con ellos, charlar, aprender y no poder comunicarme bien.
Mientras yacía en la silla vi despegar el enorme avión de Brussels Airlines con mi asiento de ventanilla vacío. Todos lo contemplamos como una anécdota ya.
Quedaba regresar al campamento a cenar y descansar, cuando al doblar por una carretera oscura la camioneta comenzó a fallar y debimos dejarla en el costado del camino. Iluminados por apenas la luz de la puerta de una casa que estaba al lado, Mamadou pidió una bicicleta a un niño que por allí circulaba y le preguntó donde ir a buscar combustible, su viaje se hizo eterno. Lo que en principio eran 15 minutos se hicieron 40, en el medio, entablé convesación con el chico que se había quedado claro esperando su bicicleta, y ya estaba fastidioso de la espera.
Mientras esperábamos y charlábamos sobre fútbol, sobre si Messi o Ronaldo, se fue la electricidad y quedamos a oscuras, ya no se veía más que las estrellas y la sonrisa del chico que ahora no recuerdo si tenía 12 o 15 años. Recuerdo que estaba terminando sus estudios y que no tenía preferencias de los dos astros futbolísticos, que le gustaban los dos por igual porque eran muy buenos.
La luz regresó y al rato la bicicleta con Mamadou pedaleando exhausto, debió irse más lejos porque la estación, o tal vez el galpón donde acopian bidones con combusbtible, más cercano estaba cerrado. Entregó la bicicleta, y mi custodio por así llamarlo, se diluyó en la oscuridad de la carretera.
El momento de la verdad, abrimos el tanque y fuimos a verter el bidón de combustible, cuando descubrimos que le habían dado nafta en lugar de gasoil, y por suerte nos dimos cuenta antes de verterlo por el olor. Insultos al cielo, y mi temple se puso a prueba. Podría haberme quebrado ahí de la desesperación pero pese a los nervios en el interior, me reía, saqué lo mejor de mí, mantuve la calma, y nos pusimos la situación al hombro. Cogí mis cosas de la camioneta, la cerramos y quedó a la protección de esa pequeñísima bombilla de la puerta de la casa. Emprendimos camino hacia la estación de servicio cuando Mamadou oyó una camioneta, la distinguió en la oscuridad, yo seguía sin ver nada, hizo señas como si alguien lo viera y efectivamente, se materializó una minivan que paró al costado del camino y nos subimos, apretados, acomodé mi mochila como pude sin subirla en el techo porque el viaje era corto.
Mi compañero se reía "...al final vas a contar que viajaste en Gellie Gellie...". Esto es ni mas ni menos que uno de los tantos transporte públicos, sin regular, básicamente la gente con una van realiza trayectos llevando gente y trastos de lado a lado. Y cuando digo trastos puede ser hasta una cabra viva, como ocurrió en el que estabamos, cuando un pasajero pidió bajar y del techo descendieron una cabra que viajaba con él.
Llegamos a la estación, estaba más lejos de lo que imaginaba, me dio pena por Mamadou, entendí el esfuerzo que había hecho con la bicicleta. Allí cambiamos el combustible y tuvimos que hacer dedo para pedir un aventón a cambio de algunos Dalasis.
Ahí nos esperaba la camioneta, intacta. Repetimos la escena, colocamos el combustible pero la camioneta se negaba a arrancar, cuando nuevamente uno de esos milagros africanos, llega un taxi y se para al lado nuestro, era un amigo del barrio de Mamadou, se detiene dispuesto a ayudar. Asimismo, fué a la casa vecina, la de la bombilla de luz, a pedir si nos podían ayudar a empujar y así fué, unimos fuerzas, dimos vuelta la camioneta sobre la carretera para aprovechar la pendiente positiva y empujamos, todos juntos, la Nissan que se resistió unos metros pero al final arrancó con todas sus fuerzas y sus luces se encendieron en la oscuridad, las sonrisas volvieron a su lugar, la gente se metió a su casa y el amigo taxista se subió a su coche y se fue, así, sin más, todos se esfumaron tras su acto de ayuda, y Mamadou regresó los 200 metros que había hecho con la camioneta para recogerme.
Por un momento sentí que todos habían sido como ángeles, como enviados por la gracia divina, del dios que sea en este remoto lugar para ayudarnos, pero en el camino sobrepasamos al taxi y desde al lado le agradecimos. Eso me demostró que no fué nada extraordinario ni mágico lo que sucedió, sino simplemente la buena voluntad y predisposición de esta gente.
Recuperamos el aliento, cargamos combustible y llegamos, tarde, pero nos esperaban con la cena la familia de Abdullay en el campamento preocupados por nosotros.
El día había sido larguísimo, y el que me esperaba, aún más. Debíamos levantarnos a las 5am.
Largo camino a Dakar
Mi intención adquiriendo el billete del vuelo perdido, era evitar el periplo de viajar por tierra desde Bajul a Dakar porque si bien hay varios aventureros que relataron su viaje, la gran mayoría lo contaba como anécdota pero asentía que no lo volvería a hacer. En este caso, no tuve opción y mi aventura se convirtió en un rally de casi 12 horas.
Lo que sigue es una guía con los detalles y opciones de cómo realizar el viaje de 320kms por tierra desde Banjul, la capital de Gambia hasta Dakar, la capital de Senegal.
Por más que Google diga que son 7 horas, la realidad es otra
El día interminable
Las líneas que siguen son un relato pormenorizado de las peripecias que me tocaron pasar en este trayecto por tierra entre la capital de Gambia y la capital de Senegal. Les pido paciencia, son diversas situaciones que creo que podrían contribuir a todo aquel que quiera realizar el viaje en un sentido o en otro.
Nuestro día comenzó a las 5:30am, me desperté con el Adhan en Amdalai Camp, de allí salimos sin nada en el estómago directo al puerto de Bajul. Recorrimos la zona hotelera casi desértica a estas horas, solo con algunos bares y discos abiertas para los "guiris" que nunca fallan.
Debíamos llegar al puerto para coger el Ferry y cruzar a Barra, al otro lado del río. Nuestra intención era tomar el de las 7am que, previsiblemente llegó demorado.
Los horarios del ferry pueden confirmarlos, al menos hasta hoy, en la página www.ferries.gm que es la autoridad de los ferries a lo ancho del país. En resumen, la conexión entre Banjul y Barra es la más activa, funciona desde las 7 hasta las 21 y el trayecto se demora unos amenos 30 minutos.
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Una vez en el ferry entablamos conversación con un paisano que hablaba inglés y que viajaba con otro colega hasta Mbour, una ciudad al sur de Dakar, por lo que acordamos que seguiría viaje con ellos, primero para poder comunicarme y para tener una referencia de qué debía hacer. No me preocupé en lo más mínimo, me pareció razonable y era una buena manera de tener con quién dialogar.
Una vez en Barra es cuestión de seguir a la masa, un callejón largo repleto de camiones y coches esperando subir, y centenar de personas caminando junto a coches y camiones que descienden del tren, desemboca en una especie de mercado precario donde todo el mundo te ofrece llevarte en taxi o venderte algo.
En ese momento salimos en búsqueda de cambio para tener unos Francos de África Occidental, mejor conocidos como "cefas", dinero senegalés, que se encuentran en una pequeña pero abarrotada casa de cambio sobre la calle principal por donde discurren los coches que van y vienen del ferry. Ahí se presióna entre la gente, y se grita al cajero que quiere uno cambio, lo pide en la calculadora, y unos instantes para decidir si es aceptable o no. No dudé demasiado, el cambio era bueno realmente, pero la recomendación siempre es tener un precio previo para referencia, aunque sea el de internet, para esto yo utilizo siempre Easy Currency Converter.
Una vez en Barra es cuestión de seguir a la masa, un callejón largo repleto de camiones y coches esperando subir, y centenar de personas caminando junto a coches y camiones que descienden del tren, desemboca en una especie de mercado precario donde todo el mundo te ofrece llevarte en taxi o venderte algo.
En ese momento salimos en búsqueda de cambio para tener unos Francos de África Occidental, mejor conocidos como "cefas", dinero senegalés, que se encuentran en una pequeña pero abarrotada casa de cambio sobre la calle principal por donde discurren los coches que van y vienen del ferry. Ahí se presióna entre la gente, y se grita al cajero que quiere uno cambio, lo pide en la calculadora, y unos instantes para decidir si es aceptable o no. No dudé demasiado, el cambio era bueno realmente, pero la recomendación siempre es tener un precio previo para referencia, aunque sea el de internet, para esto yo utilizo siempre Easy Currency Converter.
Abrazo mediante, nos despedimos con Mamadou y mi aventura siguió con los "desconocidos" en un taxi a la espera de ser trasladados hasta la ciudad fronteriza de Amdallai (que no es el mismo lugar desde el que partí pero se llama parecido!). El trayecto duró unos 20 minutos por carretera y una vez en el puesto fronterizo hay que hacer las formalidades.
Aquí los coches se detienen sobre una zona pavimentada cuadrada que vendría a ser como una especie de parador, rodeado del clásico mercado en la calle, con cientos de personas que van y vienen. Si no observas con detenimiento que la gente se desvía y se acerca a una casilla sobre el lateral izquierdo de lo que sería el parador de autobuses y taxis, no te enteras de lo que tienes que hacer.
Por suerte mi nuevo "guía" me pidió que fuera con ellos hacia una casilla con un mostrador en la puerta donde los gambianos hacían su trámite. Yo por ser extranjero debía ingresar. Ahí comenzaron mis temores, ante el temible registro de solicitud de pagos adicionales que abundan en los relatos en internet. En mi caso no hubo nada de eso, solo una escena dantesca donde un señor gordo sentado en un escritorio que tuvo mejores épocas me pidió el pasaporte, me habló dos palabra en español al darse cuenta de donde venía, tomó un cuaderno donde intentó escribir mis datos en una hoja que estaba no solo arrugada y él la intentaba estirar con una mano, sino que además tenía la mitad arrancada, pero esto no le impidió registrar mi paso por el lugar escribiendo en diagonal.
De allí a otra sala para los sellos, esperé unos 10 minutos dada la concurrencia y en seguida me devolvieron los papeles y me dejaron salir. A la puerta me esperaba la que ahora consideraba "mi gente" preguntándome si había habido algún inconveniente.
Formalidades hechas, lo que sigue es simplemente cruzar la frontera, cosa que se hace caminando a través de la misma calle donde el taxi nos dejó, sin control alguno. Todo me hace pensar que casi que si nadie me sellaba la salida de Gambia podía pasar indistintamente por aquí.
A escasos 10 metros del otro lado de la frontera, una casilla en reparación es el control de pasaportes, donde se agolpa la gente y nuevamente hay dos controles, uno para gambianos y otro para senegaleses y demás nacionalidades. En este caso la casilla tiene vidrio blindado, cámaras de seguridad y te hacen fotografías, el control de pasaporte es con láser y te hacen algunas preguntas del tipo a donde vas, donde te hospedarás y por cuántos días.
En este caso se demoró todo un poco más porque mis compañeros se demoraron en su trámite. Pero en lo que a mi respecta no tardé más de 15 minutos manteniendo mi lugar en una desprolija fila.
Bienvenidos a Senegal. Aunque el panorama luce exactamente igual, solo que con algo más de bullicio.
Hacer unos metros nos abordan unos chiquillos que parecen pelearse por vendernos algo, el clásico "no a todo lo que te ofrecen" a esta altura lo tengo incorporado, pero rápidamente me di cuenta que estos chicos lo que se peleaban era por llevarnos a la Garé Routiere de la ciudad de Karang que sería de donde saldría nuestro transporte a Dakar.
Este procedimiento ya lo había leido en diferentes blogs donde relataban este periplo de viaje, por lo cual no me sorprendió, una vez más, me dejé llevar y cuando me di cuenta estaba viajando sentado en la parte de atrás de un scooter con un chiquillo conduciendo, sin casco desde luego. El trayecto es de unos 2 kilómetros, o tal vez mas, pero sin dudas menos de 10 minutos de viaje. Allí se le paga en dalasi o cefas y ellos contentos.
Aquí el siguiente paso, la Garé Routiere o Estación de Autobuses, en este caso es una especie de garage donde cientos de autos viejos y algunos autobuses mezclados con decenas de vendedores y centena de pasajeros intentan hacer su negocio. Y cuando digo negocio es que cada uno intenta hacer aquí lo que necesita. Aquí realmente fué abrumador, mis compañeros estaban algo perdidos también pero al menos entendían el idioma, sumado que cada dos pasos alguien venía a pedirte que le compres algo, otro venía a pedirte que viajes con él, todos gritaban, yo mucho no entendía que pasaba pero seguía caminando.
Con el paso del tiempo logré procesar la situación: este sistema de transporte aunque no lo parezca tiene su orden y cad coche espera en fila para salir con su conductor asignado, los griteríos son porque cada cual discute a quién le toca.
Luego de idas y vueltas estábamos sentados en lo que bauticé como "La Bestia", un vetusto Peugeot 505 familiar denominado sept-place, donde viajan 7 pasajeros y el conductor, yo por insistencia de mis compañeros logré sentarme en el asiento de acompañante, según leí por ahí era el más cómodo para viajar, y viendo la situación sin duda concuerdo, ya que en la hilera posterior viajan 3 personas y en el fondo sin puerta ni ventana, otras 3. Me sentí un afortunado.
El viaje no comenzó de inmediato, había que llenar el coche, pero al ser tan temprano esto no fué tan difícil, tardamos unos 20 minutos en salir donde cada dos minutos venía un niño a pedir, un paisano a vender chips de celular, otro a vender agua, otro niño a pedir, una señora vendiendo bananas a la cual decidí comprarle porque no había comido nada, y sin saber lo que salían le extendí un billete de 1000 cefas esperando que no me de vuelto, la mujer me dió un racimo de 6 bananas, definitivamente era demasiado para mi, regalé 4 una para cada niño que tenia en la ventana pidiéndome y la señora a los minutos regresó con 500 cefas de vuelta. Yo lo llamo el karma. Mi buena acción tuvo recompensa.
Ahora si, llegó la hora de salir, La Bestia se enciende y su motor comienza a ronronear, por llamarlo de algún modo, ya que sus correas chirriaban y yo en ese momento solo rogaba que ese motorcito fiel aguante hasta destino a pleno sol.
Comenzamos a desandar camino, y a los pocos kilómetros la Gendarmería ya hacía de las suyas parándonos para control de papeles del coche que, para mi sorpresa los tenía y desde luego, si en el coche iban 7 personas africanas y un blanco, al único que le pedían pasaporte era al blanco. Sin mayores problemas en cada control por suerte.
La carretera es de mano y mano, con asfalto a lo largo de todo el trayecto en estado general bueno, sinceramente no me puedo quejar. El paisaje es tropical, pasamos por alguna reserva y pueblos, ahí se contempla el interior de Senegal, alejado de las ciudades donde se preserva la cría de ganado lindera a las casas de adobe y paja, de lo más auténtico.
Intenso tráfico de camiones, muy cargados, con sobrepeso sin dudas, cargando toneladas de tierra roja para las mega construcciones que luego vi se están llevando a cabo en la capital.
El trayecto discurre desde la estación en Karang a través de la carretera N4 y a la altura de la importante ciudad de Kaolak se une con la N5 también llamada Trans Gambian Highway.
En el cruce de ciudades es donde realmente se pierde el tiempo ya que en la carretera se puede circular a buen velocidad. Es que el tránsito en la ciudad es lamentable sumado a la aglomeración de gente en los mercados tiran abajo el promedio de velocidad general.
El viaje era sin mayores sobresaltos hasta que en una situación confusa, con el tránsito parado, el conductor hizo una maniobra en la cual litealmente estrelló a muy baja velocidad la óptica derecha del coche contra el camión que hay frente a él. Esta maniobra que en ese momento nadie entendía, le permitió ceder unos metros en la carretera y evitó de ese modo que otro camión que venía por detrás no nos aplastara y pasara de lateral terminando su trayecto sobre el arcén.
Escena dantesca: se bajaron los tres conductores, gritaron un poco, yo preguntándome si vendría la policía, rogando que el coche no se pare, que no se le haya roto nada al motor porque no quería quedarme varado en el camino en medio de la nada. Pero claro, esto es África, y todo es posible. El fiel motor de La Bestia no se detuvo un instante, y el asunto se sanjó cuando el camionero que milagrosamente no nos atropelló, sacó un fajo de dinero para nuestro conductor que lo dejó satisfecho y decidió retomar rápidamente el viaje. Ni policía, ni parte, ni nada, aquí, todo está bien.
Luego del paso por M'Bour mis compañeros abandonaron La Bestia y quedé como el único viajante desde el origen, en el medio fueron intercambiándose pasajeros, piensen que este sept-place es un colectivo donde suben y bajan personas. Aún quedaba trayecto por la ciudad, caótica, el acceso a Dakar es lo más parecido a una hora punta circulando por camino de cintura o por cualquier avenida de La Matanza: camiones, buses, coches, minivans, colectivos, taxis por doquier y transporte a sangre todo en una escena.
El viaje en si es largo y cansador pero el último tramo, viendo el GPS parecía que ya llegaba pero aún faltaba superar todo el caos de tránsito y se me hizo eterno.
Finalmente alrededor de las 16hs llegamos a la Garé Routiere Beaux Maraichers en las afueras de la mega ciudad de Dakar. Y si señores, creanlo, el coche entró por donde los buses acceden a cualquier estación de buses que Uds tengan en mente, donde desde una garita registraron su ingreso y le dieron un comprobante. Como dije, esto es un sistema organizado y legal.
Allí el conductor dejó la posta de La Bestia en manos de otro que sería el encargado de regresar y algunas cefas mediante me hizo de interprete para tomar un taxi de la ciudad que me deposite en destino.
Este último paso realmente no era necesario, pero estaba tan cansado que lo dejé hacer y me subí al taxi indicado, donde una madre con su hijo también subieron y emprendimos rumbo hacia la urbe. Demoramos casi una hora, sumado al trayecto en donde el taxista daba vueltas y vueltas preguntando donde quedaba el albergue, y yo le decía que me deje que iba a ir caminando y él empecinado en dejarme en la puerta de mi albergue en la barriada de Yoff.
Final del trayecto: A las 17:30, tras doce horas de recorrido, habiendo viajado en camioneta, ferry, taxi, moto, sept-place y taxi nuevamente, estaba en mi destino.
Aquí los coches se detienen sobre una zona pavimentada cuadrada que vendría a ser como una especie de parador, rodeado del clásico mercado en la calle, con cientos de personas que van y vienen. Si no observas con detenimiento que la gente se desvía y se acerca a una casilla sobre el lateral izquierdo de lo que sería el parador de autobuses y taxis, no te enteras de lo que tienes que hacer.
Por suerte mi nuevo "guía" me pidió que fuera con ellos hacia una casilla con un mostrador en la puerta donde los gambianos hacían su trámite. Yo por ser extranjero debía ingresar. Ahí comenzaron mis temores, ante el temible registro de solicitud de pagos adicionales que abundan en los relatos en internet. En mi caso no hubo nada de eso, solo una escena dantesca donde un señor gordo sentado en un escritorio que tuvo mejores épocas me pidió el pasaporte, me habló dos palabra en español al darse cuenta de donde venía, tomó un cuaderno donde intentó escribir mis datos en una hoja que estaba no solo arrugada y él la intentaba estirar con una mano, sino que además tenía la mitad arrancada, pero esto no le impidió registrar mi paso por el lugar escribiendo en diagonal.
De allí a otra sala para los sellos, esperé unos 10 minutos dada la concurrencia y en seguida me devolvieron los papeles y me dejaron salir. A la puerta me esperaba la que ahora consideraba "mi gente" preguntándome si había habido algún inconveniente.
Formalidades hechas, lo que sigue es simplemente cruzar la frontera, cosa que se hace caminando a través de la misma calle donde el taxi nos dejó, sin control alguno. Todo me hace pensar que casi que si nadie me sellaba la salida de Gambia podía pasar indistintamente por aquí.
A escasos 10 metros del otro lado de la frontera, una casilla en reparación es el control de pasaportes, donde se agolpa la gente y nuevamente hay dos controles, uno para gambianos y otro para senegaleses y demás nacionalidades. En este caso la casilla tiene vidrio blindado, cámaras de seguridad y te hacen fotografías, el control de pasaporte es con láser y te hacen algunas preguntas del tipo a donde vas, donde te hospedarás y por cuántos días.
En este caso se demoró todo un poco más porque mis compañeros se demoraron en su trámite. Pero en lo que a mi respecta no tardé más de 15 minutos manteniendo mi lugar en una desprolija fila.
Bienvenidos a Senegal. Aunque el panorama luce exactamente igual, solo que con algo más de bullicio.
Hacer unos metros nos abordan unos chiquillos que parecen pelearse por vendernos algo, el clásico "no a todo lo que te ofrecen" a esta altura lo tengo incorporado, pero rápidamente me di cuenta que estos chicos lo que se peleaban era por llevarnos a la Garé Routiere de la ciudad de Karang que sería de donde saldría nuestro transporte a Dakar.
Este procedimiento ya lo había leido en diferentes blogs donde relataban este periplo de viaje, por lo cual no me sorprendió, una vez más, me dejé llevar y cuando me di cuenta estaba viajando sentado en la parte de atrás de un scooter con un chiquillo conduciendo, sin casco desde luego. El trayecto es de unos 2 kilómetros, o tal vez mas, pero sin dudas menos de 10 minutos de viaje. Allí se le paga en dalasi o cefas y ellos contentos.
Aquí el siguiente paso, la Garé Routiere o Estación de Autobuses, en este caso es una especie de garage donde cientos de autos viejos y algunos autobuses mezclados con decenas de vendedores y centena de pasajeros intentan hacer su negocio. Y cuando digo negocio es que cada uno intenta hacer aquí lo que necesita. Aquí realmente fué abrumador, mis compañeros estaban algo perdidos también pero al menos entendían el idioma, sumado que cada dos pasos alguien venía a pedirte que le compres algo, otro venía a pedirte que viajes con él, todos gritaban, yo mucho no entendía que pasaba pero seguía caminando.
Con el paso del tiempo logré procesar la situación: este sistema de transporte aunque no lo parezca tiene su orden y cad coche espera en fila para salir con su conductor asignado, los griteríos son porque cada cual discute a quién le toca.
Una publicación compartida por Gonzalo Gómez Sullain (@escepticoobservador) el
El viaje no comenzó de inmediato, había que llenar el coche, pero al ser tan temprano esto no fué tan difícil, tardamos unos 20 minutos en salir donde cada dos minutos venía un niño a pedir, un paisano a vender chips de celular, otro a vender agua, otro niño a pedir, una señora vendiendo bananas a la cual decidí comprarle porque no había comido nada, y sin saber lo que salían le extendí un billete de 1000 cefas esperando que no me de vuelto, la mujer me dió un racimo de 6 bananas, definitivamente era demasiado para mi, regalé 4 una para cada niño que tenia en la ventana pidiéndome y la señora a los minutos regresó con 500 cefas de vuelta. Yo lo llamo el karma. Mi buena acción tuvo recompensa.
Ahora si, llegó la hora de salir, La Bestia se enciende y su motor comienza a ronronear, por llamarlo de algún modo, ya que sus correas chirriaban y yo en ese momento solo rogaba que ese motorcito fiel aguante hasta destino a pleno sol.
Comenzamos a desandar camino, y a los pocos kilómetros la Gendarmería ya hacía de las suyas parándonos para control de papeles del coche que, para mi sorpresa los tenía y desde luego, si en el coche iban 7 personas africanas y un blanco, al único que le pedían pasaporte era al blanco. Sin mayores problemas en cada control por suerte.
La carretera es de mano y mano, con asfalto a lo largo de todo el trayecto en estado general bueno, sinceramente no me puedo quejar. El paisaje es tropical, pasamos por alguna reserva y pueblos, ahí se contempla el interior de Senegal, alejado de las ciudades donde se preserva la cría de ganado lindera a las casas de adobe y paja, de lo más auténtico.
Intenso tráfico de camiones, muy cargados, con sobrepeso sin dudas, cargando toneladas de tierra roja para las mega construcciones que luego vi se están llevando a cabo en la capital.
El trayecto discurre desde la estación en Karang a través de la carretera N4 y a la altura de la importante ciudad de Kaolak se une con la N5 también llamada Trans Gambian Highway.
En el cruce de ciudades es donde realmente se pierde el tiempo ya que en la carretera se puede circular a buen velocidad. Es que el tránsito en la ciudad es lamentable sumado a la aglomeración de gente en los mercados tiran abajo el promedio de velocidad general.
El viaje era sin mayores sobresaltos hasta que en una situación confusa, con el tránsito parado, el conductor hizo una maniobra en la cual litealmente estrelló a muy baja velocidad la óptica derecha del coche contra el camión que hay frente a él. Esta maniobra que en ese momento nadie entendía, le permitió ceder unos metros en la carretera y evitó de ese modo que otro camión que venía por detrás no nos aplastara y pasara de lateral terminando su trayecto sobre el arcén.
Escena dantesca: se bajaron los tres conductores, gritaron un poco, yo preguntándome si vendría la policía, rogando que el coche no se pare, que no se le haya roto nada al motor porque no quería quedarme varado en el camino en medio de la nada. Pero claro, esto es África, y todo es posible. El fiel motor de La Bestia no se detuvo un instante, y el asunto se sanjó cuando el camionero que milagrosamente no nos atropelló, sacó un fajo de dinero para nuestro conductor que lo dejó satisfecho y decidió retomar rápidamente el viaje. Ni policía, ni parte, ni nada, aquí, todo está bien.
Luego del paso por M'Bour mis compañeros abandonaron La Bestia y quedé como el único viajante desde el origen, en el medio fueron intercambiándose pasajeros, piensen que este sept-place es un colectivo donde suben y bajan personas. Aún quedaba trayecto por la ciudad, caótica, el acceso a Dakar es lo más parecido a una hora punta circulando por camino de cintura o por cualquier avenida de La Matanza: camiones, buses, coches, minivans, colectivos, taxis por doquier y transporte a sangre todo en una escena.
El viaje en si es largo y cansador pero el último tramo, viendo el GPS parecía que ya llegaba pero aún faltaba superar todo el caos de tránsito y se me hizo eterno.
Finalmente alrededor de las 16hs llegamos a la Garé Routiere Beaux Maraichers en las afueras de la mega ciudad de Dakar. Y si señores, creanlo, el coche entró por donde los buses acceden a cualquier estación de buses que Uds tengan en mente, donde desde una garita registraron su ingreso y le dieron un comprobante. Como dije, esto es un sistema organizado y legal.
Allí el conductor dejó la posta de La Bestia en manos de otro que sería el encargado de regresar y algunas cefas mediante me hizo de interprete para tomar un taxi de la ciudad que me deposite en destino.
Este último paso realmente no era necesario, pero estaba tan cansado que lo dejé hacer y me subí al taxi indicado, donde una madre con su hijo también subieron y emprendimos rumbo hacia la urbe. Demoramos casi una hora, sumado al trayecto en donde el taxista daba vueltas y vueltas preguntando donde quedaba el albergue, y yo le decía que me deje que iba a ir caminando y él empecinado en dejarme en la puerta de mi albergue en la barriada de Yoff.
Final del trayecto: A las 17:30, tras doce horas de recorrido, habiendo viajado en camioneta, ferry, taxi, moto, sept-place y taxi nuevamente, estaba en mi destino.
Otras alternativas por tierra
También existen servicios brindados por dos empresas de buses que ofrecen servicios de conexión entre ambas capitales:
- Dakar Dem Dikk ofrece servicios diarios, pero no logré encontrar donde se subir en la capital gambiana, es una empresa de prestigio en Senegal y tienen Facebook para poder consultar, es muy probable que pidan que los llames, siempre, en francés.
- Gambia Transport Service Company tiene servicios diarios de Banjul, partiendo a las 7am desde el depósito en Kanifting, un distrito de Serekunda. En este caso me comuniqué con ellos por correo, me indicaron que me podían reservar una plaza, pero que debía abonarla al menos dos días antes del viaje. El autobús verde es reconocible y una vez en Dakar, los ví arribando a la ciudad alrededor de las 17hs, con lo cual son unas 10 horas de trayecto.
Desde luego se puede optar por alquilar un coche y realizar el viaje uno mismo, es sin duda la opción más cara y tampoco es la más segura. Hay controles policiales, fronteras, hay blogs con relatos de problemas de papeles y hay que tener en cuenta que la policía en estos lados cobra muy poco y tienen muchas mujeres e hijos que mantener.
Alternativamente se puede contratar un conductor que los lleve. Está claro que estas dos últimas opciones son las más "burguesas" de todas y lejos de mi ideal de viaje, simplemente, que con el suficiente dinero, se puede contar con estos servicios.
Recomendaciones
En mi idea original, si hubiese llegado el día planeado a Gambia, esta era mi opción para llegar a Dakar, económica y aventurera. Pero dado que todo mi viaje se vio reducido en días por culpa de las cancelaciones, haber tenido que realizar el trayecto por tierra fue la última opción disponible y no la que prefería.
Es un trayecto sumamente agotador, las comodidades son nulas y si bien es mas o menos directo, en el sentido que se busca o se sigue a la gente, realmente NO LO HARÍA DE NUEVO y no lo recomiendo salvo que cuenten con el tiempo suficiente, y tengan el espíritu aventurero.
El costo del viaje es desde luego irrisorio, supongamos 20 euros en total, y tal vez menos, pero también es irrisorio el tiempo de viaje y las comodidades nulas. Por si no se dieron cuenta, en el viaje no paramos ni un minuto ni a descansar ni a comer ni a orinar siquiera. Por suerte estaba tan cansado y con tan poco alimento encima que no hizo falta.
Si deciden hacerlo
- Llevar poco equipaje (las mochilas irán o bien al sol en el techo o en el maletero)
- Llevar agua. Si se puede congelar una botella es muy práctico ya que sin dudas se descongela en el trayecto.
- Algo de comer, ya sea un bocadillo o bien frutos secos son muy útiles y nutritivos. Y algo de fruta no viene mal.
- Bateria extra de móvil por si acaso
- Comprar un chip de móvil de Senegal en la frontera no es mala idea, yo no lo hice pero pienso que podría haberlo aprovechado
- Los precios están establecidos y se pagan adelantado (el trayecto largo a Dakar costó 10000 cefas)
Salida de Gambia
No tiene restricciones si tienen pasaporte español, un sello y libres de seguir camino.
Acceso a Senegal